La Inmortalidad del Alma
es uno de los principios fundamentales de la Masonería, desde que como profanos
se nos presenta la solicitud de ingreso, la pregunta es clara y directa ¿Qué
piensa acerca de la inmortalidad del Alma? Todo hombre común que aspira a
integrarse a nuestra orden debe tratar de responder a esta pregunta, en forma
rudimentaria tal vez, pero está obligatorio a responderla.
Si los profanos deben
responder a esta interrogante, los masones, con mucha más razón, estamos
obligados a hacerlo y deberíamos preguntarnos también por qué creemos en ello y
trataré de hacerlo, tal vez no lo logre pero al menos se abrirá un tema de
discusión que nos enriquecerá.
Probablemente el hombre
primitivo intuyó la existencia del alma a través de sus sueños, pensaba que
cuando dormía algo de él salía de su cuerpo y vivía sus propias experiencias y
en esos sueños veía a otras “almas” o
partes de otras personas generalmente conocidas: hijos, mujer u otros miembros
de su tribu. Esta toma de conciencia no fue más que la revelación de una
creencia natural o, más exactamente, de un conocimiento innato, pues el hombre,
desde su creación, ha poseído siempre una esencia espiritual, a través de la
cual era conciente intuitivamente de la existencia de algo superior.
Posteriormente, mientras
el pensamiento evolucionaba, el hombre se empezaba a plantear nuevas cuestiones
acerca del alma, ahora intuía que era inmortal y buscaba pruebas objetivas que
reforzasen sus teorías. Platón se planteó la existencia del alma inmortal en
varios de sus diálogos más conocidos (Menón, República, Felón y Fedro). David
Hume escribió que sólo el evangelio podría dar luz sobre la existencia del alma
y su inmortalidad y ponía como imposible probarlo a través de la razón.
Por otra parte, no
existe ninguna religión cuyo credo no esté basado en la existencia del alma. Esto
se debe a que la mayoría de los movimientos religiosos reposan en las
enseñanzas que los más grandes iniciados han transmitido sobre este tema. En
efecto, cada uno de ellos, llámese Jesús, Mahoma, Buda, etc, ha predicado la
espiritualidad y la necesidad de que cada ser humano se perfeccione en contacto
con el mundo terrenal y con las pruebas que ello conlleva. Ahora, es evidente
que si todos los que han marcado la historia religiosa de la humanidad han
tenido idénticos propósitos en épocas diferentes y en países muy alejados unos
de otros, es porque todos ellos han tenido acceso a una misma sabiduría,
llamada Tradición Primordial o también Teosofía, es decir Sabiduría Divina.
Sin llegar a considerar a
las personalidades fuera de lo común que acabo de mencionar, han existido y
existen una multitud de filósofos, sabios y artistas que, en distintos campos,
han tocado el tema con mucha convicción. Respecto a ello, podemos notar que las
más bellas obras literarias, científicas y artísticas han sido creadas por
aquellos que admitían su existencia y ponían su talento al servicio de sus
convicciones místicas o religiosas.
Aparte de Platón y Hume que ya mencioné,
tenemos el caso de Leonardo Da Vinci, René Descartes, Isaac Newton, etc.
Cómo podríamos considerar que estos seres excepcionales eran utópicos y que
fundaron toda su existencia en valores falsos? En este terreno, quizá más que
en ningún otro, debemos dar prueba de humildad y saber reconocer la evidencia,
no material, que nos presentan los sabios y místicos de todos los tiempos.
Esto nos
demuestra que no todo en masonería, se puede demostrar racionalmente. Al igual
que nuestra creencia en el alma inmortal, nuestra firme creencia en un
principio creador que llamamos G.·.G.·.D.·.U.·.,
se fundamenta en todo lo que he mencionado anteriormente. Si juramos como masones es porque creemos que lo contenido en el V:. de la L:.S:. es la voluntad revelada
del Principio Creador. Quiénes somos nosotros para afirmar que lo escrito y lo
enseñado por los grandes iniciados o profetas son falsas verdades? Quiénes
somos nosotros para afirmar que estaban equivocados? Quiénes somos para
despreciar el conocimiento que aquellos que son más grandes que nosotros han aportado
a los hombres?
El haber escogido
intentar desarrollar este tema en esta oportunidad, me ha demostrado lo arduo y
apasionante que es el camino que debe seguir el masón. Un camino de estudio, de
meditación constante, de aprovechar cada frase, cada experiencia vivida por
gente que fue más allá de lo tangible, más allá de lo materialmente
demostrable. Me siento afortunado de pertenecer a una sociedad de hombres que
razonan pero que también creen, que también tienen fe.
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